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lunes, 15 de noviembre de 2021

No me dejes

 Sus enormes ojos negros contenían un mar de lágrimas, aguantaba el tipo como curtido marino que fue para no derramar por el lagrimal todo el agua salada que su iris había alguna vez reflejado.

Con un nudo en la garganta que apenas dejaba pasar un hilo de aire, el justo para poder seguir sobreviviendo agarró las secas manos de ella, acercó sus labios a la frente de su compañera y depositó un cálido y húmedo beso frente.

Juntos, de la mano, atravesaron aquella puerta acristalada, notaron en sus rostros el aire fresco de la mañana y sin decir palabra, se marcharon sin separar el lazo de dedos. Atravesaron imposibles jardines hasta llegar a su sitio, aquella loma perdida desde la que se divisaba el mar.

Con esfuerzo se quitó el abrigo, lo depositó sobre la verde hierba aún húmeda por el rocío. Ese fue el único momento que perdió el contacto con su mujer. Una vez bien extendida la prenda, cogió a su chica por los hombros y la llevo con delicadeza hasta sentarla sobre el paño. Ella sonrió al notar el calor de su hombre aún sobre el abrigo y sentirlo recorrer en su cuerpo. Sus dientes otrora blancos ahora eran escasos y amarillentos; su tersa piel se había doblado en cientos de pliegues; sus verdes ojos estaban apagados como se apagan los bosques caducifolios en invierno. Indiscutiblemente, aquella mujer no era la chica de dieciocho años que le había enamorado, era la mujer que siempre había estado ahí para hacer de él quien era.

El sol se reflejaba sobre las lejanas olas. Algunas gaviotas perezosas buscaban su desayuno tratando de robarlos a las compañeras más avezadas y aventureras que habían cazado mar adentro. Graznidos y peleas las llevaban a sobrevolar a la pareja de ancianos que abrazados dejaban que el sol primaveral calentase sus ajados huesos.

El brazo del marino atrayendo y protegiendo a su mujer, ella descansando su cabeza sobre el pecho de su amado y aquel idílico momento que se quebró al escucharse con un pequeño hilo de voz proveniente de la mujer rompiendo el sepulcral silencio:

 -No me dejes.

El hombre no pudo más y rompió a llorar, de sus ojos brotaron dos manantiales de lágrimas saladas que no tardaron en encauzar la ladera abajo hasta desembocar en el mar, tanto dolor generaron y tan fuertes estaban abrazados que el sol fundió sus cuerpos en uno solo, creando sobre el montículo una figura extraña de la que brotaba agua salada sin parar.

 

martes, 5 de octubre de 2021

Boceto

    Pudiera parecer un ser anodino, su aspecto exterior era el de una persona más que andaba por la calle en busca de cumplir con una obligación, pero lo que nadie sabía, era que dentro de ella había toda una banda de rock tocando canciones sin parar, y lo que para todos los seres vivos del planeta que pudieran observarle pareciera que iba andando, sus pies hacían piruetas imposibles sobre aceras y calles plagadas de gente, aunque sus pasos fuesen al exterior los habituales para desplazar el cuerpo.

lunes, 31 de mayo de 2021

“Frente a la COVID; Solidaridad y Resiliencia”

 -¡Ya no aguanto más!.

Los enfermos acumulados en los pasillos casi impedían el paso de los sanitarios

Los cadáveres se amontonaban en una morgue que recibía diez fallecidos por cada expediente que daba de salida.

La población confinada, los medios de comunicación tratando de dar un aspecto lúdico a una tragedia, el gobierno desbordado.

Mientras que para un sector de la población el estado de alarma se centraba en salvar vidas, para otro, giraba en cómo dejar pasar el tiempo confinado en su casa 

El clamor popular de unos y otros se resumió en cuatro palabras.

¡Ya no aguanto más!.

martes, 25 de mayo de 2021

"Y todo empezó con una copa de vino..."

Tras ver Dios que era la última de su reserva, se dijo: "tengo que solucionar este drama". Así, en siete días creó el mundo, lo plagó de árboles, entre ellos la vid. Creó al hombre racional y desde tiempo inmemorial el ser humano disfruta de tan exquisito licor. La competencia le llegó desde el Olimpo, Zeus sólo ponía de beber vino a sus comensales. Dios para adquirir las mejores cosechas, lo convirtió en su sangre y cada Domingo lo ofrece en las Iglesias. Para evitar que dejasen de producir tan magnífico elixir, creó los refranes y sentenció: "Si el agua destruye puentes y caminos. ¿Qué no hará con nuestros intestinos?, por eso, bebe vino. 

jueves, 13 de mayo de 2021

La decisión

 

La decisión

-¡No te tomes esa copa o será la última!.

-¿Cómo?; ¿Quién coño eres para decirme si puedo o no puedo beber?.

Y De un solo trago vació el chupito doble de ron.

-¿Ves como podía gilipollas?. Pero allí ya no había nadie, la música había cesado, el bar había desaparecido, todo era blanco, incluso su ropa. Entró en pánico.

Unos pasos se acercaban, pero se sentía incapaz de localizar el foco del sonido, de pronto, aquel mismo hombre que le había advertido sobre la copa, sonreía frente a él.

-¿Qué me has hecho?, ¿Dónde estoy?. Preguntó asustado.

El tipo con voz profunda le contestó de manera pausada y tranquila: -¡Estás en el Limbo!, ¡Has muerto y tu juicio comenzará en breve!.

-¡Zacarías Gómez Hurtado!; una voz de ultratumba pronunció el nombre del hombre.

-¡Presente! Balbuceó.

-Tenemos un dilema con tu alma, retumbó la voz. -Es reclamada por ambos bandos, el Mal y el Bien. Tus actos en la tierra han sido equilibrados y debemos decidir quién acabará poseyendo eternamente tu espíritu.

-¡Joder! Masculló entre dientes Zacarías.

-Se nos plantean cuatro opciones , volvió a susurrarle de nuevo la voz del hombre del bar:

-La primera es que te vengas conmigo al Infierno

-La segunda que vayas al cielo con Dios

-La tercera es que te quedes eternamente en el Limbo

-¿Y la cuarta?, se adelantó impaciente el hombre a la espera que fuese la que más deseaba.

-Volver de nuevo, pero esta opción es la que menos nos gusta, ya que estarás condicionado al saber la verdad de lo que te espera tras la muerte.

-A mí es la que más me gusta, dijo el hombre tratando de salir de aquella embarazosa situación y volver, a su, a la vida.

-¡Como gustes, pero antes quisiera, ya que estás aquí, que visitases mis instalaciones. Por mi mala gestión, se han vertido tantos bulos sobre ella, que me cuesta un infierno que se diga la verdad.

Cogió al hombre de la mano y aparecieron en un burdel, cientos de puertas se presentaban en aquel pasillo, en ellas carteles dónde se practicaban todo tipo de aberraciones, las variantes más salvajes de los siete pecados capitales se escondían tras aquellas puertas.

-Mira Zacarías, gula, deseo, avaricia, pereza,...aquí podrás dar rienda suelta a tus más depravados vicios sin cargar con el sentimiento de culpa, ese se lo dejamos al de arriba. Si te vienes conmigo, no te faltará nada, aquí sólo tendrás placer. ¡Observa!, abrió una puerta y uno de sus mayores deseos estaba haciéndose realidad, ojiplático quiso entrar en la habitación, pero un trueno le devolvió al Limbo.

La excelsa voz se pronunció: -Ya has visto lo que él quiere que veas, ven conmigo y te mostraré la paz de espíritu que podrás alcanzar eternamente si me eliges.

De nuevo un pasillo lleno de puertas, todas con símbolos zen, lugares idílicos, abrió una puerta que decía Edén, y allí contempló el lado más amable de la naturaleza, una pareja de jóvenes corrían desnudos y despreocupados hacia un pequeño lago en el que una cascada vertía sobre él un agua transparente. Aquel aire puro, aquella paz, hizo que el hombre diese un paso hacia dentro, pero aún no había pisado la mullida pradera cuando se vio de nuevo en el Limbo, en la aséptica sala.

-¿Sigues deseando volver al mundo?, ¿O deseas elegir dónde quedarte?. Preguntó el hombre del Bar.

Zacarías tragó saliva de manera ruidosa, tenía que tomar una decisión y no sabía bien hacia dónde inclinar la balanza. Su mutismo se dilataba en el tiempo.

-Tómatelo con calma, tenemos toda la eternidad, pronunció la voz de ultratumba.

-¡Volver!, quiero volver. Gritó Zacarías.

La bebida seguía en la barra, Zacarías la agarraba con fuerza. Había vuelto, se palpó la ropa, sonaba de fondo la misma canción de moda y que no sabía a quien pertenecía. Miró a su alrededor y sonrió. Cogió el vaso para celebrarlo y escuchó una voz:

-¡No te tomes esa copa o será la última!.

sábado, 8 de mayo de 2021

Charlas íntimas

Alumno: -Maestro, ¿Qué es la vida?

Maestro: Una sonrisa amarga cubre su rostro, las pausas eternas en las que incurre, a veces desesperan a los alumnos impacientes. -La vida, la vida no es más que una montaña.

Alumno: Su rostro refleja extrañeza, las metáforas de su maestro a veces son tan complejas que  le cuesta captar su significado. -¿Una montaña?, pregunta dubitativo.

Maestro: Con el rictus más relajado, mueve afirmativamente la cabeza. -La vida no es más que una montaña, cada uno elige la cara de la montaña por la que quiere subir y descender.

El alumno escucha atento las lecciones de su maestro.

-Así, continúa hablando el anciano tras una de sus repetitivas pausas, hay personas que ascienden por paredes escarpadas durante gran parte de su existencia, y cuando llegan a la cima, les toca descender por otras paredes igual de verticales.

Alumno: -Maestro, usted dice que cada uno escogemos nuestras montañas, pero si naces en un hogar acomodado del primer mundo, o si naces en un lar desestructurado del tercer mundo, no podrán elegir la misma montaña.

Maestro: Orgulloso de las preguntas de su alumno más querido, sonríe y replica; -¿Acaso dije que había dos montañas iguales?. Las montañas difieren unas de otras, altura, dificultad, ubicación,... Al igual que no todos vivimos los mismos años, tampoco subimos las montañas por los mismos sitios, ni nadie las sube por nosotros. En una misma familia, tres hijos escogen subir tres montañas diferentes y cada uno por diferentes cara de las mismas. Puedes subir por un sendero lleno de flores, pero si eres alérgico a ellas, tu subida será un calvario. Por contra, puedes escoger una pared llena de riscos, pero si tu alma es de cabra montesa, serás feliz ascendiendo por ella.

Alumno: -¿Y si decido no subir ninguna montaña y quedarme quieto?.

Maestro: -Entonces no vivirás, ni verás la grandeza de la naturaleza al ascender hasta la cima. Cada día que pasa, ascendemos nuestra montaña, a veces, inhalamos con tanta fuerza, que se nos nubla incluso la razón, y nos damos cuenta que la montaña la dejamos atrás y estamos en la falda de nuestra montaña.

Alumno: -¿Qué quiere usted decir con eso?

Maestro: -Quiero decir, que quien quiere aspirar en una bocanada todo el aire, es decir, quien centra su vida en una sola cosa intangible (trabajo, poder, odio,...) cuando se quiere dar cuenta de la vida, la ha perdido toda y ya no hay fuerzas ni tiempo para volver a subir esa montaña.

Alumno: El joven miraba absorto unos pájaros construir su nido, Las clases al aire libre eran magníficas, bajo la sombra de aquel algarrobo sentía que había escogido una buena cara de su montaña para ascender. -¿Le apetece agua fresca del riachuelo, Maestro?.

El Maestro movió afirmativamente la cabeza, a sabiendas que al regreso del joven otra pregunta le acompañaría, y es que su alumno más aventajado siempre tenía sed de conocimiento.

miércoles, 14 de abril de 2021

Abel y su amante

 

-“A la caída de la tarde, en el campanario, en la pared que da al bosque.”

Abel se repetía una y otra vez estas palabras pronunciadas por su amor, lo hizo como quien recita un mantra, tanto lo masculló, que en algunos momentos temió por si lo hacía en voz alta.

A las seis terminaba su trabajo en la granja, apenas tuvo tiempo de asearse y disparar unas ráfagas de perfume al cuello antes de coger la motocicleta y volar en dirección al campanario.

El sol bajaba despacio entre las montañas, notaba en su cara el frescor de la incipiente noche, sonreía ante el inminente encuentro.

Llegó pronto, se entretuvo en escuchar el silencio del desolado lugar y respiró profusamente el aire salvaje de la naturaleza. Unas voces le hizo volver en si. Corrió impaciente hasta la trasera del campanario; allí había cuatro hombres fumando.

Abel quedó petrificado al ver a su amante sobre un enorme charco de sangre. La vista se le nubló y la mente quedó bloqueada en un bucle en el que se repetía el mantra. El crujir del cráneo dolió menos que las palabras de su hermano a la vez que le golpeaba: “Dos maricones menos”.

sábado, 20 de febrero de 2021

Sansón y Dalila

 Triste historia machista en la que incluso el hombre más fuerte del mundo puede sucumbir a los encantos de una pérfida mujer que le despojará de todo, haciendo ver al inocente hombre lo mala que puede llegar a ser una mujer, pero esta historia no va de machismo, ni feminismo, ni tan siquiera de hombres y mujeres, esta historia va de niños, de niños y sus pelos.

 Hay muchos niños que lloramos cuando nos cortan el pelo. Si, yo aún cuando veo caer mi cabello por la poda indiscriminada de mi particular peluquera, sufro.

¿Por qué este llanto?, desprendernos de algo que ha estado con nosotros tanto tiempo siempre es un duelo, pero existe una causa mayor que la del apego. El pelo, nuestro pelo, es una identidad creada, cercenar ese cabello indica que nuestra impronta va a cambiar, que debemos aceptar una metamorfosis de la cual no sabemos si vamos a estar preparados, así que si un niño llora cuando lo lleváis a la peluquería, no le digáis que va a estar más guapo, que va a cambiar a mejor (el ya se ve bien), decidle que su super yo necesita evolucionar, que cada corte de pelo es una transición obligada, que algún día, ese pelo dejara incluso de estar con nosotros, que cambiará a la vez que lo haga todo el cuerpo, que el pelo no somos nosotros, que es sólo un aderezo como la ropa, y que los cambios no son malos.

He tenido mi pelo salvaje, largo, corto, cresta, coleta, rizado, canoso, y en breve imagino que ya no estará, así que para las madres, padres, abuelos, abuelas, tutores, tutoras, peluqueros, peluqueras, va dirigido este post.

Espero que a alguien le haya servido.


jueves, 18 de febrero de 2021

Diez minutos

 Diez minutos, ese es el tiempo que soy lúcido, el tiempo que el universo me da para ser creativo, espontáneo, atrevido, original, libre.

Me despierto, no soy consciente que tengo esos diez minutos, automáticamente hago mis tareas domésticas y de aseo personal, nutro a mi cuerpo de un enriquecedor desayuno y es entonces cuando estoy preparado.

Sé que sólo serán diez minutos, una vez pasado ese tiempo, la decadencia ocupará el espacio que otrora fue maná, ideas inertes poblaran la mente y la mediocridad reinará en mi ser.

Pero esos diez minutos. ¡Ay!, me duele el recordar que soy príncipe de manera efímera y mendigo para la eternidad.

Cada día vivo en el recuerdo de lo que fui, de lo que creé en ese tiempo dorado, anhelando despertar para volver a tener esa oportunidad de tocar los cielos, y juro, que compensan esos diez minutos de gloria para luego arrastrar mis pies por el barro del infierno.

Diez minutos de luz para dejar paso a la oscuridad, diez minutos en los que no soy yo, ¿O a caso si soy ese y el resto del tiempo estoy prisionero de la rutina?. 

El éxtasis místico debe ser muy parecido a ese estado que adquiero en la mañana, ese "vivir sin vivir en mi", ese escape mental del plomo que supone lo físico, esa evanescencia consciente, ese placer espiritual.

Se acaba mi tiempo y dejo que fluyan los últimos destellos entre mis dedos, apenas me queda luz para teclear....¡Mañana nos vemos!.  


 

lunes, 15 de febrero de 2021

Gato Blanco


Las noches que cenaba fuerte solía tener pesadillas con él, volvía a recordar cómo le acariciaba la espalda, sentía su respiración, se regocijaba viendo cómo el pecho subía y bajaba de manera cadente. Sentía el calor de su cuerpo junto al suyo. Esos sueños eran increíbles, y al despertar notaba ese vacío que sólo te deja alguien que ha sido muy importante en los últimos años de tu vida. Pero su independencia, su actitud distante, su desdén, habían hecho que lo eliminases de tu lado.

Sólo las noches que cenabas fuerte sentías de nuevo su presencia, y todas las noches querías seguir notando su cuerpo felino bajo las sábanas, disfrutar del roce de su piel, de sus caricias, de cómo metía su cola entre tus piernas…Así durante doce meses.

Tu cuerpo no aguantó mucho, esas copiosas cenas habían logrado dañar el corazón, sólo el maullar de un gato blanco alertó a los vecinos de que algo grave pasaba. 

No pudieron hacer nada por salvarte, habías muerto en los brazos del hombre que más amaste.

martes, 26 de enero de 2021

Tabas

- ¡Tres a uno que van cinco hoyos , tres barrigas y dos lisas!.

-¡Miguel!, una mano jalaba de su manga raída como el monaguillo tira de la cuerda de la campana mientras le repetía con voz suave su nombre de pila, ¡Miguel!.

-¡Déjame zagal, que estoy en racha! le decía el fornido hombre mientras empujaba con su antebrazo al pobre chico hasta hacerlo caer sobre la fría loza.

A sabiendas que apartar a aquel hombre del juego era una misión imposible, subió unos peldaños de la escalera que llevaba a las habitaciones del hostal, se sentó apoyando su cara en los barrotes viendo cómo aquellos insensatos se divertían apostando sus patrimonios y dejó que Morfeo le llevara al mundo onírico. Sólo en sueños era capaz de saciara su hambre con ricos manjares y descansara en mullidos almohadones rellenos con plumas de ocas.

El silencio lo despertó, abrió los ojos, Miguel miraba las tabas en silencio, los demás hombres callaban y miraban fijamente a Miguel, que palidecía bajo su espesa barba negra.

-¡Paga!, la voz era fría, seca, sin atisbo de compasión, alegría o cualquier otro tipo de emoción.

Miguel parpadeó varias veces, salía cómo de un trance y dejaba de mirar las piezas para decir con un pequeño hilo de voz. 

-No, no tengo el dinero.

El grupo de hombres se apartó de la mesa, por fin pudo ver al hombre de la voz fría, delgado, vestido entero de blanco, su fino bigote rubio se movió en una desagradable mueca.

Sin apenas mover la boca, comenzó a hablar:

-Sabes que el juego es sagrado y que si se hacen apuestas hay que pagarlas. El honor -prosiguió el orador en aquella sala llena de humo y hombres atentos a sus palabras- es lo que nos diferencia de los animales, y si no hay honor, entonces te conviertes en un animal...hizo una pausa para encender un cigarrillo, el tiempo que empleó se hizo eterno. Si eres un animal, habrá que averiguar qué tipo de bestia eres para tratarte de igual manera, concluyó al expulsar la primera bocanada de humo.

Miguel miraba hacia dónde yo estaba, sus ojos estaban cargados de lágrimas, no creo que pudiera verme, pero estoy seguro que intuía que allí estaba lo único que podría salvarle.

-¡Bien ! concluyó el hombre del bigotito rubio, si no me vas a pagar con dinero, me haré una nueva taba con tus huesos...elige extremidad.

Miguel nunca más pudo volver a correr, cuentan que aquel hombrecillo rubio jamás pudo ganar una partida con las tabas del fémur de Miguel. Mientras, yo tuve que cargar con el tullido hasta que me uní a la banda de "el tuerto", pero esa es otra historia.