...cuando abrió los ojos se encontraba dentro de sí mismo. La habitación olía a vainilla y rosas, casi se podía acariciar el olor. Fuera, allá a lo lejos, se oían ruidos extraños, animales
de granjas y niños gritando como en el recreo del colegio. Notaba en su cuerpo el cálido abrazo de los rayos del sol de primavera; se filtraban por el cristal cerrado de la ventana.
Sentía otro calor, pero este más concentrado en el pecho, un calor humano que lo protegía.
Logró hacerse uno con el Universo...
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Siempre ahí Neo...gracias.
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