Agosto
de 1938, hospital de soldados de Extremadura. Incapaz de hablar o
moverse, veía cómo por el pasillo pasaban heridos leves atendidos
por sanitarias, sentía en la garganta el sabor a sangre y tierra,
había perdido parte de la lengua y la mandíbula. Al ver pasar a una
enfermera, levantó con gran esfuerzo un brazo y esta lo miró como
quien ve resucitar a un muerto. Lo sacaron de la morgue para poder
contar esta historia.
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