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sábado, 16 de diciembre de 2023

Ófrico

     Cuando la policía científica encontró los legajos acumulados en el armario no eran consciente de la importancia de los documentos encontrados.

    El mayor asesino en serie de toda Europa había dejado por escrito todos y cada uno de sus crímenes, explicando detalladamente la manera y las localizaciones de sus terroríficos actos.

    Era curioso ver, que en pleno siglo informático, tamaño depredador hubiese mecanografiado su vida, detallando todas y cada una de sus abominables matanzas.

    La persona encargada de analizar los documentos era Patricia Mena, una reputada forense que dejó de ser la mujer feliz, encantadora, amable que era antes de comenzar a leer aquellos papeles.

    Aquel 4 de Mayo del 2.024 su vida cambió para siempre, la adjudicación del caso y análisis de los documentos, transformó a la doctora, de ser una buena persona a convertirse en la sucesora de aquél maniático ser.

- ¡Buenos días !, El inspector Pimentel se presentó con media docena de agentes uniformados que portaban cajas pesadas, llena de papeles y que iban depositando en el despacho de la forense Patricia Mena, la doctora miraba atónita cómo la pila de cajas aumentaba hasta completar más de una docena de bultos uno sobre otros en varias torres descuadradas.

-Estos son los documentos encontrados en la guarida de un sicópata, comenzó el policía a hablar, necesitamos que lo analice y nos haga un informe lo antes posible.

La doctora no apartaba la vista de las cajas que iban llegando y acumulándose en aquel lateral del despacho. La palabra "guarida" se le quedó de forma pegajosa en su mente, 

-¿Quién coño usaba ya esa expresión?,  se preguntaba mientras el policía seguía hablando y ella a su vez calculaba los de miles de folios que debería leer y el tiempo que aquello le llevaría.

-¿Qué tiempo necesita para hacer una primera estimación de a qué o quien nos enfrentamos?, se aventuró a preguntar el impaciente detective.

-Verá usted, comenzó la forense, en primer lugar habría que ordenar esos documentos, saber cuantos papeles hay y organizarlos, ¡Tardaré meses sólo en preparar su lectura!, se quejó amargamente. Además, no puedo dedicar más de una hora al día a esta labor, tengo trabajo que hacer además de esto que usted me trae... no había terminado de completar la frase cuando su jefe, el Doctor Martín saludaba al último de los policías que habían sido porteadores y accedía al despacho con un -¡Buenos días!.

- Hola Patricia, comenzó a dirigirse a su subordinada, veo que ya la están poniendo al día, me ha llamado el ministro del interior y me ha pedido máxima colaboración, así que aparque todos sus casos y dedíquese en cuerpo y alma a este asunto. 

    Sin más se giró sobre sus talones y se marchó sin volver la mira atrás y lanzando al aire:

     -¡Que tengan un buen día!.

Anonadada por la situación volvió a mirar al detective que la observaba impasible, esperando la nueva respuesta , que debido al nuevo giro que había tomado el asunto estaba seguro sería diferente.

    -Deme su número de teléfono, rompió el silencio la forense a la vez que se levantaba de su silla, estudiaré todo esto y le comunicaré lo antes posible una primera impresión. Cogió la tarjeta que le daba el orondo policía y lo acompañó hasta la puerta, cerrando la misma cuando el agente salió y apoyándose en ella a la vez que soltaba un enorme bufido ante el nuevo reto que se le presentaba.

    Cogió su grabadora, miró en la distancia los catorce bultos amontonados y comenzó a grabar.

    -Soy la forense Patricia Mena, colegiada número 18.457.501, hoy es 4 de Mayo del año 2.024, el detective, hizo una pausa para mirar la tarjeta que minutos antes el policía le había entregado. Jorge Pimentel me ha hecho entrega de catorce cajas de cartón rellenas de folios, procedo al análisis de dichas cajas y a desentrañar su contenido. Paró la grabación y se dedicó a observar con ojo clínico el envoltorio.

    No tardó en observar que las cajas se diferenciaban unas de otras en el modelaje y en su estado físico, el deterioro de algunas era muy superior al de otras, así, se dispuso a ordenarlas de más ajada a menos, comprobando que la última pesaba mucho menos que las otras, deduciendo así que estaba menos cargada.

    Volvió a coger su grabadora, antes sacó algunas fotos y de nuevo comenzó a documentar sus movimientos a la vez que iba describiendo cada paso que daba, así dejó constancia que en el interior habrían unos mil folios mecanografiados a máquina, que el papel estaba amarillento, por lo que debía tener muchos años y que un olor a azufre impregnó la sala.

Abrió la ventana de par en par, puso la caja en su mesa, sacó con cuidado todos los folios, se puso sus gafas de ver al cerca ya que la presbicia se le había presentado recordándole que no volvería a cumplir cuarenta años y comenzó la lectura.

Me llamo Álvaro García, nací el 12 de Octubre del año 1.892, mi primer asesinato lo cometí antes de nacer, mi primera víctima tuvo el honor de ser mi hermana melliza, a la que ahorqué con mi cordón umbilical momentos antes de ver la luz. Hoy he tenido de nuevo la visión de cómo lo hice, recuerdo mis diminutas manos enrollando en su cuello el trozo de carne para que no pudiera respirar, la VOZ así me lo recuerda desde entonces, ahora me ha pedido que vuelva a hacerlo y que documente todos y cada uno de los casos que me va a ir ordenando. La Voz esta vez me ha mandado que me deshaga de mis padres, esta noche cumpliré sus deseos.

Son las doce de la noche, ayer celebramos mi octavo cumpleaños, mi madre hizo una comida especial y un dulce, mi padre ha dejado las labores del campo para estar con nosotros en una especie de celebración. Sabedor que mis padres todas las noches toman un vaso de leche antes de dormir, he vertido azarnefe en sus bebidas, hace un rato me despertaron sus gritos de dolor, ya llevo unos minutos sin oír nada, creo que ya son nuevos soldados de la Voz.

El silencio se ha apoderado de la casa, creo que me iré a descansar, mi mente se encuentra con una paz que hace tiempo no sentía.

    La forense soltó el folio y se quedó impresionada de lo que acababa de leer, pero...¿Un asesino de más de 150 años?. ¿Qué era aquello?, cogió el siguiente folio y comenzó de nuevo la lectura.

    

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