A mi manera
Nadie
puede imaginar el dolor que tengo en mi pie izquierdo, aquí estoy
en el autobús, dejando caer todo el peso en el pie derecho porque
el izquierdo me está matando. Esta mañana cuando salí de casa
estaba tan bien, anduve bastante, pero cargué lo mismo en uno que en
otro, ¿Porqué me duele tanto el dichoso zurdo?.
Ninguno
de estos
me va a dejar el asiento, normal, sólo tengo cuarenta años, estoy
físicamente bien y hay incluso una señora embarazada al fondo a la
que nadie le ha cedido el asiento. ¡Mira ese niñato!, no tendrá
más de veinte y ahí está sentado entre esas dos señoras mayores
que podrían ser sus abuelas y no cede el sitio a la mujer preñada.
¿A dónde vamos a ir a parar con esta juventud?.
¡Ay!, dichoso pie, y ahora la derecha se me está cargando de
aguantar el peso, vaya día.
¡Una parada!, a ver si hay suerte y se vacía un poco este autobús
y puedo sentarme. Nada, más gente para dentro. Mira que el personal
es cochino, no se han duchado y huelen a perros muertos, qué asco y
fatiga me está entrando. Y el dolor, cada vez me duele más el
dichoso pie.
Ya sólo quedan ocho paradas, qué suerte tiene la embarazada, se
está abriendo hueco para disponer su inminente salida, ¡uy!, no
está embarazada, es que es gorda, claro, si es que ya no veo a media
distancia, que triste es envejecer.
La peste se está volviendo insoportable, ¿habrá algún muerto
entre ellos?, o al igual son todos zombis… Definitivamente se me
está yendo la cabeza, necesito oxígeno, en la próxima me bajo
detrás de la embarazada y sigo andando, ¡Coño, que no está
embarazada!, ¡Ay!, mi pie. ¡Me cago en la madre que me parió!.
¡Otro frenazo!, ¿Este conductor no sabe conducir?. Vaya se ha
quedado esto más vacío, creo que el muerto se ha bajado también,
parece que ya no huele tan intenso y mal, para una parada que ha
estado viajando bien podría haberse ido andando y no tufarnos con su
olor a sudor rancio.
Vaya un sitio, normal, se ha quedado esto más vacío. ¡Ese debe
ser mío!, ¡Victoria!, he llegado cojeando y dando codazos a diestro
y siniestro, pero por fin he conseguido mi objetivo, estoy agotado y
dolorido, pero que placer es estar sentado. Es curioso, el autobús
se ha quedado con bastantes huecos. Mierda, ahí en frente hay un
sillón vacío, y precisamente está junto a la puerta, no como este
que he cogido junto a esta señora gorda y este viejo que de buen
seguro tiene alguna enfermedad que se me puede pegar, en cuanto esos
tipos que acaban de subir y se han quedado ahí de pie me dejen el
camino libre me lanzo a por él.
No, si ahora el del camisón y el gorrito se va a poner a rezar aquí
en medio, ¿No lo he dicho?, se arrodilla incluso, bien podría
haberse puesto a rezar fuera del autobús mirando la Meca, que este
cuando gire la calle pierde la orientación y lo peor, me obstaculiza
el paso hacia el asiento libre.
- ¡Qué ganas de llegar a casa!, llevo todo el día dando vueltas
por la ciudad echando currículos por todos lados y total, para nada.
Por que, ¿Qué empresa va a coger a una gorda de casi treinta y
cinco años y sin el Bachiller?. Definitivamente soy una desgraciada,
y ahora cuando llegue a casa de nuevo sola, aunque la verdad, mejor
sola que mal acompañada porque si hago un repaso a mis últimas
conquistas..., mejor olvida esa etapa Saray, haz el esfuerzo mental
de ser positiva, todos esos errores no han sido fallos, es el camino
del aprendizaje para conocerte mejor y saber elegir.
- ¡Qué calor hace aquí!, ¡qué de gente!, ¡Huy! ¿Qué hace
aquel tipo mirándome tanto?, No está mal el chico, debe tener unos
cincuenta, pero ¿Quién hace ascos?, bueno ahora que me fijo igual
son cuarenta y tantos, no se, pero me ha mirado de una manera muy
especial. ¿Será el amante definitivo?. ¡Saray por favor, no
fantasees!, seguro que está casado y al final te metes en otro lío.
Vaya frenazo a metido el chófer, otro así de brusco y sirvo de
cama a más de uno, hay que ver el calvito este que no para de
rozarse, parece un gato de ventas, y ya le he metido la rodilla un
par de veces y el notas ni se da por aludido, los hay fatal, aunque a
decir verdad, Marcos, ¿Era Marcos?, no recuerdo ni bien el nombre,
lo conocí en el metro, se metía a restregar su miembro sobre los
traseros de chicas y en el mío se quedó atascado y dos años de
relación. Si es que como decía mi santa madre, los escojo.
¿Más gente entrando?, ¿Cabremos?. Nos tratan como a ganado, esto
debería estar prohibido, qué descaro que seamos unos borregos y nos
manejen a su antojo, el gobierno es el pastor y la policía sus
perros que nos atemorizan y controlan. ¡Anda!, vaya símil me ha
salido, ¿Debería dedicarme a escribir?, Igual me abro un blog de
política y me hago famosa y la gente sigue mis consignas, ¡Uf, qué
peste!, ¡Joder !, con la emoción se me han aflojado los muelles
bajos y creo que esta bomba fétida es mía, ¡qué vergüenza!, me
bajo en la siguiente.
-Perdón, perdón, ¿Me permiten por favor?, me bajo en la
siguiente.
-¡Anda!,
si el madurito me vuelve a mirar, y parece que lo hace con deseo.
Mira que se ha sonrojado y todo, este seguro que en cuanto me baje se
viene detrás mía, ¿lo ves?, ya se está moviendo y colocando para
seguirme, si es que soy toda una rompe corazones, en cuanto baje me
giro de manera despreocupada y le pregunto algo, ¿Qué le puedo
preguntar?, ¡Ah!, si, me voltearé
rápida
y con mi melena le rozaré su cara, me disculpo y ya una cosa seguro
que lleva a la otra y al final no duermo sola esta noche. ¡Me
encanta que los planes salgan bien!, ¿Quién decía eso?, el viejo
del equipo A, que si, que en cuanto despache a este mañana por la
mañana me pongo con el blog, que soy una fiera d e
las anécdotas y el conocimiento.
Vaya frenazo ha metido este tío, casi me tira.
-!Señores, sin empujar!, ya bajo. Ahora me giro y le doy con mi
melena en la cara. ¿Pero dónde se ha metido este tío?, ¡qué
vergüenza!, casi le tiro el gorrito al morito. Qué desgraciada soy.
-¡Hasta los huevos del día!, no sé ni las horas que llevo ya hoy
conduciendo este trasto, aguantando la mala educación del personal y
con ganas de llegar a casa y estar con mi mujer y mi hijo, un día
mando todo esto a tomar por culo.
Venga, otra “paradita”, mira toda la gente que hay ahí
acumulada, me miran como si fuera su salvador y lo único que soy es
Caronte, les pido su moneda y los llevo al otro lado. Son almas
muertas. ¿Son?, somos, ¿Qué me hace a mí diferente?, ¿El estar
en esta pecera aislado al mando de la nave?. Para un viajero que
sonríe, mil suben inertes, desde que pusieron el auto cobro, entran
por las puertas que quieren, lo hacen con los ojos apagados fijos en
sus pantallas o mirando la nada, hace tanto que nadie me saluda de
manera correcta o me mira a los ojos cuando entra que creo haberme
convertido en una pieza más del vehículo que cuando se estropee la
cambiarán y reemplazaran por otra, nueva o de segunda mano, a saber.
-¡Joder! Casi me paso, vamos Paco, céntrate y aunque estés cansado
ya sólo quedan diez paradas para acabar el turno.
-¡Arrancamos!, ya queda una menos, joder ¡Qué peste!, ¿Ya nadie
tiene decoro y respeto en este País?, que asco, abro la ventanilla y
que se asfixien ahí detrás, hay que ser cochino.
-La próxima Lagunillas, allí se quedará el autobús medio vacío,
me encanta cuando se van quedado los pasajeros por las estaciones y
se acerca el final del trayecto, es una sensación parecida a cuando
voy al baño y descargo, un alivio interior y de descanso.
- Hoy hay poco tráfico, ¿Qué día de la semana es?, a sí,
Miércoles. ¡Claro!, hoy hay fútbol, el opio del pueblo, la gente
está alienada con las televisiones y el balonpie, normal que nos
vaya como nos va, no hace mucho salieron en tropel a la calle porque
iban a descender unos equipos por no pagar impuestos y por contra nos
suben los impuestos a todos y nadie sale a protestar. ¿Qué me he
perdido por el camino?.
-Ya veo la parada, voy a disminuir la velocidad, intermitente
y...¡Joder!, ¿De dónde demonios han salido esos cuatro tíos?,
Casi los atropello con la empanada que llevan encima, tal y cómo han
cruzado seguro que vienen a coger el autobús, espero que no me den
mucha batalla que no tengo yo el “jigo” para guerras esta noche.
-Míralos ahí están los cuatro esperando a que se baje toda esta
tropa, voy a poner el bus un poco más adelante para que se crean que
me voy -Jajajaja, qué cara han puesto.
-Jolines,
vaya gorda acaba de bajar, creo que el autobús hasta ha
suspirado, ¿Pero que hace la señora?, casi le tira la
taqiyah
al morito con su
pelo y el
giro de cuello que ha hecho . Jajajaja, la gente está como una
cabra.
-¡Ea!, seis paradas más y ya estoy marchándome a casa, no veo el
momento de llegar, darme una ducha y comerme un buen plato de
macarrones con tomate.
-¿Estás seguro que esa es la misión que nos ha encomendado el
Imán de la mezquita?
-A ver Said, si te da miedo enfrentarte a tus temores no haber
venido, nosotros hemos dado nuestra palabra de servir a Alá y
nuestro cometido por el bien de nuestra religión está por encima de
los intereses personales, si no estás seguro, aún estás a tiempo
de abandonar.
-Si claro, ¡Qué fácil es hablar!, y la vergüenza y humillación
que sufriría mi familia, eso si que no me lo perdonaría en la vida,
si hay que ir y hacerlo, se hace.
-Así se habla amigo, con convicción, le respondió Mohamed.
-Muy callado estás Abdul, inquirió Amín.
-No es que tú seas una cotorra, reprochó Abdul y todos rieron.
Mohamed, el mayor de todos repartió unas bolsas a cada uno de los
jóvenes, tomó la suya y con un abrazo fraternal salieron hacia la
parada del autobús.
-¿Cual parada es?, quiso saber Said, el más joven e inexperto de
los cuatro amigos.
-Lagunillas, le indicó Amin
-¿Y el autobús que debemos coger?, siguió interrogando el joven
musulmán.
-El que subamos nosotros tres, respondió Amin y todos rieron la
gracia del gemelo de Abdul.
¡El treinta y cuatro! Gritó Mohamed señalando al autobús que se
acercaba a la parada, cruzaron corriendo y el chofer tuvo que frenar
de manera brusca para no atropellarlos.
-¡Vamos!, que lo perdemos, gritó el joven ataviado con la chilaba
y taquiyab de un blanco impoluto.
Llegaron antes que el autobús que casi los atropella hacía un
instante.
-Ya está aquí, informó de lo evidente uno de los cuatro amigos.
-¡Hey!, que no ha parado, volvió a relatar lo que sucedía la
misma voz que al parecer era de uno de los gemelos. Corrieron
desesperados, pero unos metros después el vehículo se detuvo.
-Espera,
espera, espera, repetía Mohamed a Said mientras le cogía del hombro
y detenía a cada intento que hacía de subir al autobús sin esperar
que el resto de usuarios
bajasen,
cuando lo hizo la última pasajera, una chica entrada en carnes, los
gemelos subieron por los flancos y Mohamed adelantó al joven por la
izquierda, que quedó el último y casi pierde su tocado al recibir
un golpe con la melena de la chica que acababa de bajar.
El autobús comenzó a moverse.
- ¿Qué te pasa Said?, quiso saber el líder del grupo.
- Este autobús ha estado a punto de atropellarnos, y hemos tenido
la fortuna que no lo ha hecho, y además ahora nos transporta y
desplaza sin que nos cueste esfuerzo alguno, creo que deberíamos
agradecer a Alá su benevolencia para con nosotros.
-Tienes razón , aseguró Amín, afirmación que aprobaron el resto
de amigos, así que ni corto ni perezoso, el chico de chilaba blanca
se arrodilló en el autobús y comenzó una oración de
agradecimiento a su Dios.