Me he quedado seco,
no hace mucho, las ideas fluían en mi cabeza y conformaban mundos
paralelos donde era tan feliz como lo pueda ser en este terrenal.
De un tiempo a esta
parte, mi mundo imaginario está congelado. Apenas logro esbozar un
inicio, una página de mi “imagilandia” o tierra de la
imaginación. Y al cabo de unos segundos desaparece, se seca como la
gota de agua sobre la sartén caliente. Se evaporan esos sueños para
topar de bruces con un realidad de la cual nada quiero saber.
Mi realidad es como
la de todos, anodina si no tienes algo a lo que agarrarte. Las mentes
menos pre-claras, se adhieren a equipos de fútbol o partidos
políticos, anexionados como si la vida le fuese en ello para acabar
con su rival. Tienen almas de soldados rasos, masas ingentes
espoleadas por un motivo en común, una bandera que pueda
representar cualquier cosa, todo lo que ella defienda les parecerá
bien.
Otras mentes más
avanzadas intentan disfrutar moviendo los hilos y se regocijan de su
capacidad de moldear los pensamientos ajenos. Son los peligrosos de
verdad.
Unos pocos, nos
conformamos con crear mundos imaginarios, algunos lo plasman en
lienzos, otros en robot o maquinarias increíbles, otros pocos
vomitamos letras en papel o pantallas de ordenador que brillan como
luciérnagas en la noche.
Trato de leer, pero
un libro me atiborra de nuevos inicios, corro hacia el papel en
blanco que parpadea en la pantalla esperando ver algo impreso, y
antes de llegar al ordenador, toda idea se pierde.
Mi cuerpo físico
está cansado, el psicológico, que siempre se ha valido de ello para
explorar y aventurar nuevas historia, está sentado junto al cuerpo
natural en el sofá, viendo sin ver, comiendo sin comer, saturando
todo con borbotones de anodina existencia.
Las dos de la
mañana, deambulo por la casa como alma errante, tengo ganas de
escribir, estoy creativo, me siento bien. Me acuesto y duermo feliz,
mañana he de madrugar. Soy un cobarde por no atreverme a esforzarme
por lo que quiero, sufro, lo paso mal, siento que mi mundo feliz se
apaga.
Un nuevo día, ya
avanza el año, miro hacia la pantalla del ordenador y el folio está
en blanco, mañana es el día de los enamorados, unos años atrás,
por estas fechas ya tenía escrito más de dos docena de relatos. El
pozo sigue seco.
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