En el jardín azul había flores diferentes a todas. En el jardín azul habia aromas por nadie nunca sentidas. En el jardín azul habia sonrisas que jamás terminaban. En el jardín azul habia poemas que en su luz se elevaban. En el jardín azul habia un tesoro; estaba el fin del dolor. En el jardín azul estabas tú... estabas tú, y me amabas. (Germán Alexis Gilio)
Buscar este blog
miércoles, 24 de octubre de 2012
San Fermín
La mañana invitaba a correr. Esperaba ansioso junto a mis compañeros el momento de empezar. Notaba como minuto a minuto, el pulso se me iba acelerando, los empujones de los que me rodeaban no ayudaban a calmar los ánimos. Tras escuchar los cánticos, un chupinazo fue el detonante para que se abrieran las puertas y todos comenzáramos una deletérea carrera.
Podía oler la adrenalina de los mozos, oír los latidos de sus corazones, sentir cada miedo como si fuera propio. Junto a mí, corría un joven que trastabilló y fue pisoteado por la manada. Miraba hacia delante, procuraba no distraer mi atención; el gentío era inmenso. No veía más que cuerpos corriendo y manos agarradas a periódicos a los que se asían fuertemente como si estos fuesen a protegerlos de los afilados pitones.
Con mi ritmo constante, llegamos en pocos minutos y en tropel a la gran plaza, de donde pude escabullirme por un hueco y dejar que la adrenalina, el sudor y el miedo se esfumaran.
Por la tarde, volví a aquel ruedo. Ya no había nadie en la arena, notaba como el pulso se me aceleraba, la adrenalina volvía ahora con más fuerza; estaba solo y usé toda mi bravura para defenderme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario