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lunes, 30 de septiembre de 2024

Cometa

 La niña corría descalza por la pradera, su cara iluminada con una sonrisa hacía que sus ojos brillaran con luz propia, su agitada risa llamaba la atención de los paseantes. Pareciera que corriese sin atadura alguna, pero de su mano, un hilo se elevaba hasta el cielo, una cometa al final del mismo jugaba haciendo giros imposibles creando figuras con su enorme cola.

La cuerda se rompió, la niña seguía corriendo, pero su hilo se arrastraba por el prado tras ella, la cometa se elevaba libremente, la gente miraba a la pequeña, que ajena a todo seguía riendo y corriendo. Las caras de los espectadores se tornaron cada vez más cetrinas, sentían pena de la inocencia de aquella jovencita. Temían que al darse cuenta del desastre la chica tornase su alegría en dolor y llanto por la pérdida.

-¡Soledad!, escucharon a su madre llamarla. La chiquilla corrió obediente hasta su madre, la pequeña entregó el hilo yacente a su progenitora y comenzó a comer con igual alegría la merienda que su dulce madre le ofrecía.

Con paciencia infinita, la madre comenzó a recoger el hilo que se arrastraba por el suelo, la niña seguía contemplando su cometa en el cielo, la veía alejarse pero su rostro seguía irradiando felicidad. Cuando se terminó el bocadillo le tendió su pequeña mano a su madre y marcharon contentas y riendo juntas. La gente que se había quedado esperando el desolador final se sintieron estafadas, engañadas. Lo que nunca supieron esos tristes, es que un alma libre y feliz jamás querrá retener a su lado a quien no quiera estar con ella, y se sentirá satisfecha viendo cómo a quien tanto amó o apreció vuela libre