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viernes, 23 de enero de 2015

Vejez

Aún recuerdo cuando era sensible, mi juventud hacía de mi ser un cuerpo blando, flexible, lleno de vida y desparramando amor por todo mi ser....Ahora, tras los años, me retuerzo como un tronco seco, noto como van crujiendo mis ramas ajadas. Arisco e inhóspito, rehuyo de todo ser vivo....Espero impaciente verme cara a cara con la Parca, ya que ella solo podrá llevarse de mi un leño marchito que arderá eternamente en las llamas del Infierno.

jueves, 22 de enero de 2015

Sueños de una princesa.

 Era la hora perdida, donde los borrachos van buscando sus casas al ritmo de canciones desafinadas, y los madrugadores se ocultan bajo gorros, guantes y capas. El Alba, se preparaba para atacar con todas sus fuerzas a la arraigada noche.
 Nadia hacía tiempo que andaba en el fogón, calentando agua y preparando las gachas para el desayuno. El pequeño José ya desayunaba desde hacía rato, enganchado a la teta, embutido en unas telas era una prolongación de su afanosa madre, que a sus 31 años, parecía una anciana de 70.
 En su mente, bullían miles de historia, que la alejaban de aquella rutina. Soñaba con príncipes y doncellas, dragones, tierras lejanas, minas de oro, aventuras y desventuras de Magos y seres extraños. Siempre con una sonrisa en su rostro, hacía sus tareas físicas, mientras su mente se perdía en ensoñaciones.
 Al olor del café acudía Tomas, un fornido cantero, con voz grave y risa estruendosa. Risa que Nadia hacía años había dejado de oír, ya que las obligaciones y el trabajo diario habían silenciado el buen humor de aquella familia.