Buscar este blog

viernes, 14 de octubre de 2016

Borrado

2:00 Horas. 16 de Julio de 2.012

Acabo de levantarme para ir al servicio, antes de volver a la cama me he mirado al espejo y sentí la irrefutable necesidad de sentarme en el ordenador a escribir.
 Desde hace meses estoy notando una extraña sensación de cambio en mi cuerpo, para ser más exacto, en mi mente. La evolución de mi memoria ha tocado techo, ahora comienza a descomponerse, y lo peor, tengo conciencia de ello.

11:00 Horas 17 de Julio de 2.012

 Anoche tardé en coger el sueño, pero tras una ducha ya estoy de nuevo operativo. Cuando busqué el café en la alacena, pude observar que no sabía que buscaba, puede ser Alzehimer, espero que no sea eso, ya que es una auténtica putada tener esta enfermedad con tan solo 24 años.

14:00 Horas 17 de Julio de 2.012

 Estoy tranquilo, no es Alzehimer, acabo de darme cuenta que me están borrando el cerebro poco a poco, en plan experimento. Saben que sé demasiado. ¿Que quienes lo saben?, ¡El Gobierno!. No, este gobierno nuestro no, "El Gobierno" con mayúsculas, el que crea las guerras y pone y deroga presidentes. ¡Maldita sea!, no creí que diesen conmigo tan pronto.

21:00 Horas 17 de Julio de 2.012

Llevo cinco horas escondido en el baño, para evitar el borrado de mi cerebro me he recubierto la cabeza con papel de aluminio, se que solo aguantará las ondas por poco tiempo, pero debo intentar que mi cabeza no se quede en blanco. Voy a ducharme.

10:00 Horas 18 de Julio de 2.012

Anoche estuve encerrado en el baño hasta las cinco de la mañana, creo que he despistado a esos malditos mercenarios cibernéticos del gobierno. No he notado lagunas ni disminución de mi capacidad de memoria en estas últimas 24 horas.

16:00 Horas  6 Noviembre de 2.014

He abierto el ordenador y me he encontrado este diario, no se quien escribió esto ahí, no se de que habla, no se escribir....

jueves, 13 de octubre de 2016

Libre

Hace unos días recibí en mi correo electrónico la invitación de una editorial para participar en un certamen cuyo título era :"Hay vida después del cáncer". Cuando leí el correo, el plazo acababa en seis horas, así que decidí, tras leer las bases, escribir este relato y enviarlo.



Todos los sentidos los tenía a flor de piel; el olor a mar inundaba sus fosas nasales; el ruido de las olas la alejaban de la ciudad; el sabor a sal la invitaban al baño; el suave tacto de la brisa sobre su desnuda piel hacía que cada poro cobrase vida propia.

Abrió los ojos para cerciorarse que, tras tantos meses aislada, aquello era real. Cuando vio las cicatrices de sus inexistentes pechos una mueca se dibujó en su cara. Sonrió y corrió desnuda hacia el mar, feliz por volver a sentirse libre.

martes, 11 de octubre de 2016

Amores perros

 Deambulaba por aquella ciudad asfaltada, llena de autos y edificios, apenas podía verse el celeste cielo. Vestido impecable de traje hablaba sólo, no elevaba la voz, pero cualquiera que se situase a no menos de un paso, podría oír con toda nitidez lo que decía.
 -Sí, debajo de la cama-. Silencio y mirada perdida sobre los transeúntes que iban y venían.
 Notó la afilada hoja de metal incrustarse en su riñón derecho, la punzada de dolor hizo que emitiera un grito que la marea humana que desfilaba por la amplia acera se movilizó para describir un círculo a su alrededor dejando un hueco lo suficientemente amplio para que aquel hombre se diese cuenta que a pesar de estar rodeado de personas, se sintiese solo.
 Allí tirado en la fría acera gris, notaba como su ropa se empapaba de la caliente sangre que se enfriaba y le producía una extraña sensación sobre la piel. Observó con detenimiento lo que hacía años no había mirado, se tuvo que retrotraer a su más tierna infancia, a cuando su abuelo lo llevaba al parque y le enseñaba el cielo, los árboles,...
 -¡Joder, este traje vale más de mil euros!-, murmuraba mentalmente mientras sabía que la sangre, la orina, la suciedad del suelo se impregnaba sobre las costosas telas.
 -¡Cariño, cariño!...-oía la voz de un ser querido, alguien conocido. ¡Era Cati!, Catalina, su mujer, aquella que se enamoró de forma extraña, y a la que utilizaba como ama de casa y de vez en cuando le echaba un mal polvo que la contentaba.
  -¡Me han apuñalado!-, apenas reconocía su propia voz.
  -¿Duele?-, preguntó con una voz demasiado tranquila. Más que la pregunta, que ya de por sí era extraña, lo que le sorprendió fue el tono con el que efectuó la pregunta.
 -Sí Cati, duele y mucho-.
Silencio al otro lado.
-¡Cati, nadie se para a ayudarme!, ¡Avisa a una ambulancia!-. Su voz sonaba patética, él Gumersindo Fernández ¿suplicando?.
-¿Duele cariño?- Insistió la voz al otro lado de la línea.
-Sí, si duele, ¡Joder!, pide ayuda.- exclamó sobrepasado por las circunstancias.
-Me alegro-, continuó hablando la voz de la mujer, sin sobresaltarse.
-¿Cómo?- Dijo el moribundo.
-Que me alegro que te duela, que sufras como me has hecho sufrir a mí, te revuelques en la mierda suplicando un poco de compasión, que sepas que mi infelicidad, tus traiciones, desprecios, abusos, los estás ahora pagando, y lo que más siento es que si mueres, tu dolor será efímero, mientras que el mío dura años.
-Pi-pi-pi.
-¡Hija de puta!, como puede se arrastra por la acera, el círculo de viandantes se mueve acompasado a su desplazamiento, llega hasta el mismo borde de la acera, tras él puede escuchar un:
-¡Eh taxi!, seguido de un silbido.
-¡Crush !, la rueda del taxi revienta la cabeza del moribundo.
Tras el taxi una ambulancia, sólo pueden certificar la muerte del individuo por aplastamiento de cráneo.


lunes, 3 de octubre de 2016

muerte

 La muerte debe esperar, salí de casa con lo primero que pillé, las escaleras las bajaba de dos en dos, pobre vecina del tercero que casi la arrollo al liarse mis pies con la correa de su pekinés, ¿Quien tiene ya pequinés cuando la raza lame coños de moda son los yorkshire?, caí rodando hasta toparme con la pared, el perro chillaba, me desembaracé de aquella cuerda que se liaba entre mis pies y continué la bajada, ya os he dicho que la muerte debía esperar, no me hice absolutamente nada en aquella tremenda caída, del pekinés no puedo decir lo mismo, ya que le pisé la cabeza antes de poder deshacer el último de los lazos que me unía a él.
 Imagino que os preguntaréis que a donde iba tan corriendo, y porqué la muerte no me alcanzó. Para ello deberíamos irnos dos semanas atrás, cuando realmente la muerte me dio caza. Cruzaba el semáforo en verde, cuando la moto de correos me arrolló.
 Os podéis imaginar el zipi zape que allí se formó, la señora que conducía la motocicleta desmayada, la gente acudiendo a ambos, mi cartera voló en mano de una experimentada joven que se  apropió de lo ajeno aprovechando la confusión. Y mi alma que se sacudía el polvo de los pantalones a la vez que decía:
 -No ha pasado nada, todo ha sido un susto-. Chico susto el que me llevé al verme tirado y sin respirar. Cuando apareció la parca negocié, ¿Que es imposible?, bueno, aquí estoy y no me sobra precisamente el tiempo para perder lo en tratar de convenceros.
 Desde hace dos semanas ando dando esquinazo a tan incisivo personaje, pero me temo que esta será mi última historia.