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lunes, 25 de octubre de 2010

Concurso Microrrelatos

Relato Ganador del concurso de Microrelatos de la web de cuatro haciendo referencia a la novela "los Pilares de la tierra".

Enviado por Madelmago
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Personaje: Tom Builder

20-10-2010


Aún no había llegado el sol a su cenit, cuando un mocoso de unos diez años se me quedó mirando. Yo seguía tallando la piedra para que se asentara a su compañera y se unieran a la perfección. Era un trabajo delicado, necesitaba de toda mi atención y ese pequeño, aunque no hablaba, no dejaba de clavarme la mirada. Un golpe en mi dedo detonó lo inevitable. -¡Fuera de aquí mocoso!, grité soltando así mi ira más por el dolor que por la molestia real que ocasionaba el joven. No se inmutó, sus ojos estaban clavados en mis herramientas y la piedra a medio tallar. Me sorprendió la tozudez del joven y su pasión por la piedra. ¿Quieres probar?, le dije esperanzado con que él también se diera un golpe y reírme un poco de aquel mozalbete. Sin mediar palabra, afianzó los útiles y comenzó, primero tímidamente, luego con más confianza a tallar la piedra. Las primeras palabras que salieron de su boca fueron: "Me llamo Tom Builder, y algún día construiré una catedral".

Amador S.M. (Cádiz) es el ganador absoluto del concurso de microrrelatos y podrá elegir un viaje legendario entre varias opciones: París, Lisboa, Barcelona, Galicia, Amsterdan...

Además, los diez finalistas seleccionados se llevarán como premio un ejemplar de Los pilares de la Tierra firmado por el mismísimo Ken Follett. Éstos son los seleccionados:

Silvia F.Z. (Asturias); Erica P.G. (Madrid); Manuel E.T. (Madrid); Amador S.M. (Cádiz); Eva O.T. (Madrid); Jaume P.R. (Barcelona); Vanesa G.B. (Barcelona); Patricia María G.S. (Cádiz); Maria José T.R. (Badajoz); Luis F.R. (Granada)

Puedes verlo en : http://www.cuatro.com/los-pilares-de-la-tierra/noticias/inicio/20101020ctoultpro_20/

Odio -Concurso de todos los Santos- (Halloblogween)

La vida de Luis era de lo más apacible, su mundo se circunscribía a sus amigos de siempre y a su familia; pero un día, ocurrió lo inesperado... fuera de su círculo había algo más, existían personas, mostraban valores desconocidos para Luis. Tuvo que descubrir ese otro mundo.
El universo está en constante evolución, igual transcurren las vidas. Evolucionan, cambian, para mejor o para peor, pero son dinámicas, no fijas. Luis había vivido una existencia de lo más tranquila, rodeado de personas queridas y a las que quería. Pero una nebulosa iba invadiendo su mente, su espacio; una negra nube que se asentaba en su vida.
Uno de Noviembre del año 2.010, Luis había pasado la noche fuera, meses antes su mujer lo había abandonado y se fue de casa con los dos hijos. Despedido de su trabajo por causa de la gran crisis, el hombre solo había encontrado refugio en la bebida. Tras una miserable noche en la que ingería todas las sobras de los botellones, intentaba encontrar un lugar donde reposar sus helados huesos...
El estómago le ardía, la ardentía le subía por el esófago hasta la misma garganta. Arqueado y dando camballadas recaló en un oscuro portal.
Sus sueños se entremezclaban con los sonidos del exterior, risas de niños, claxon de vehículos impacientes, vendedores ambulantes,...
Inyectado en sangre, sus ojos sobrepasaron el diámetro de sus cavidades y se proyectaron hacia el exterior. Así volvió a caminar por aquellas calles abarrotadas de transeúntes que se apartaban a su paso. No hubo tiempo a más, un vómito de sangre inundó la calle, sus cansados pies arrastraban el viscoso líquido a su paso. La visión era dantesca, el olor que desprendía y la imagen producía desmayos y más vómito de los viandantes que se aunaban a aquella masa informe que seguía saliendo de su boca.
Cayó de bruces sobre el asfalto, inerte quedó hasta que llegaron los sanitarios.

viernes, 15 de octubre de 2010

La mina

Sentada en aquella enorme sala, no se había apartado del televisor contemplando la desgracia de aquellos 33 hombres en Chile. El resultado se hizo esperar, cuando por fin, al cabo de algunos meses vio salir al primero de los hombres, por sus secos ojos comenzaron a deslizarse unas lágrimas que hacían más de seis años que no brotaban; lágrimas de dolor, alegría, amargura y pena, mucha pena.
De su boca solo se pudo oír una pregunta ¿Por qué?.
Aquella mañana, José su marido decidió llevarse a Miguelito, su único hijo de nueve años a la mina. La necesidad apretaba, y el cabeza de familia estaba probando suerte en un nuevo túnel. Creía haber encontrado un filón, pero para ello, debía atravesar una angosta brecha en la roca.
Sus vanos intentos por atravesar aquella ranura, y la certeza de que allí había oro, le aventuraron a llevarse a su menudo hijo de 9 años a que atravesara la pared y le proporcionara el tan deseado metal.
De nada valieron las súplicas de su mujer, que ya había perdido a su padre y hermanos en tan temida mina, y presagiaba lo peor. Ya que albergaba la creencia de que una maldición de la madre tierra se cernía sobre su familia.
De madrugada el padre levantó a su hijo y se encaminaron al interior de la oscura boca que se abría en la montaña. caminaron horas hasta llegar a la brecha. Cada ciertos pasos, el padre miraba nervioso hacia atrás en busca de imaginarios ladrones que querían usurparle el tan amado filón.
Miguelito se deslizó con facilidad entre la abertura, el padre esperaba ansioso, los segundos se hicieron minutos, el sudor de los nervios pasó a convertirse en pánico, ¿Que había hecho?, si su hijo sufría un accidente ahí dentro no podría salvarlo, el pánico se apoderó de aquel hombre que llamó a gritos a su hijo.
De pronto, y de la oscuridad, salió una manita con una piedra que la tapaban en su totalidad, dorada como el sol iluminó la estrecha ranura, y del pánico, el padre pasó a la euforia rompiendo en enormes carcajadas. Su hijo apareció detrás de la piedra con una sonrisa plena por haber hecho tan feliz a su progenitor.
La noticia corrió como la pólvora, la vecina de Ana llegó corriendo y la avisó con premura, "corre Ana, corre a la mina que algo grave ha pasado".
Ana demudó la cara, sintió como las piernas se le doblaban y se agarró al quicio de la puerta. Miró al cielo y sacó fuerzas de donde no las tenía para volar hasta la mina.
Al llegar un remolino de vecinos se apiñaban sobre la entrada a la mina, Ana gritó el nombre de Miguelito y de José, el silencio se hizo entre los presentes que la dejaron ir pasando hasta llegar a la misma entrada.
- ¿Donde están?...dijo con un hilo de voz y una cara de pánico que sobrecogió a los presentes.
- Dentro, dijo Marcial. Están atrapados y no sabemos si están o no vivos.
Ana corrió al interior y fue detenida por los hombres que allí se agolpaban, nada podemos hacer, le decían, es imposible entrar. Ana gritaba y lloraba, quería ir con su familia.
Durante dos meses fue a diario a la puerta de la mina al salir el sol y volvía a casa a su puesta, esperaba un milagro, que la madre tierra se los devolviera, pero no fue así.
Las monjas de la misericordia la alojaron en un asilo, allí permanecía siempre en silencio, mirando la televisión, como un vegetal, las únicas palabras que la oyeron decir alguna vez fue...¿Por qué?.