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viernes, 22 de noviembre de 2013

Nunca es tarde

¡A ver!, gritó muy enfadado el cabeza de familia. ¿Quien ha cogido mi móvil?.
Los miembros de la casa se miraron de manera acusadora unos a otros. La madre acechaba a sus hijos con cara inquisitiva, la hija mayor casi con lágrimas en los ojos gritaba enfadada porque el mundo iba contra ella, el joven pelirrojo negaba con la cabeza a la vez que hacía aspavientos con sus brazos. Los gritos, reproches, llantos y quejas se alzaban de manera incontrolada.

Una tonada conocida empezó a sonar en la habitación, fue casi mágico como hizo callar a todos los miembros de la familia. Giraron al unísono las cabezas hacia el octogenario que dormitaba en su hamaca, y que, con un desparpajo impropio de su edad, se despertó, sacó del bolsillo de la bata el móvil, movió su dedo sobre la pantalla táctil, y con una jovial voz dijo “¿Diga?”.  

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