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jueves, 7 de abril de 2016

MUERTOS VIVIENTES



La noche hacía rato que se había ido, mi amigo Marcelo y yo volvíamos cansados a casa. Sentados en el vacío vagón de metro, esperábamos impacientes llegar a nuestra estación.
La próxima era la nuestra, el tren comenzó a disminuir la marcha, pudimos ver que en el andén, cientos de personas se agolpaban. Sus miradas fijas en ningún punto delataban que hacía tiempo aquellas almas andaban inertes. No dábamos rédito al dantesco espectáculo al que asistíamos como espectadores de primera fila; el tren detuvo su marcha. El miedo se apoderó de nuestros enjutos cuerpos, en segundos las puertas se abrirían y aquella muchedumbre entraría en tropel. Un silbido hizo que nuestros vellos se erizasen, un instante después,el acceso quedó franqueado y aquellos seres alienados entraron sin prestar atención a nuestros jóvenes cuerpos. Como pudimos nos deslizamos al exterior.

Afortunadamente, escapamos una vez más de la rutinaria vida de los habitantes de la ciudad.  

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