Buscar este blog

jueves, 13 de noviembre de 2014

Ella

Sentado en el banco del parque, contemplaba el universo. Si dejaba de respirar un segundo, notaba el crujir del césped al crecer. Inhalaba el aire puro y me sentía pleno, feliz. A lo lejos, una señora se acercaba con paso cansino. En la distancia, y por sus vestimentas, calculaba que superaba los cincuenta con creces. Al ir acortando el espacio, su edad menguaba. Sonó su teléfono y se detuvo frente a mí. En su aproximación, había rejuvenecido veinte años, pero el halo de tristeza y pesadumbre que emanaba, la hacía parecer mucho mayor. Miró su teléfono, estuvo leyendo un buen rato. Su rostro no reflejaba ningún sentimiento. Fría, seca, triste, marchita. Elevó su mano y me pareció con su gesto secar una lágrima. No podría asegurarlo. Guardó su teléfono y continuó la marcha, impregnando el ambiente de una melancolía sin igual.
Elevé mis brazos, plegué mi paisaje y me marché a otra parte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario