Triste historia machista en la que incluso el hombre más fuerte del mundo puede sucumbir a los encantos de una pérfida mujer que le despojará de todo, haciendo ver al inocente hombre lo mala que puede llegar a ser una mujer, pero esta historia no va de machismo, ni feminismo, ni tan siquiera de hombres y mujeres, esta historia va de niños, de niños y sus pelos.
Hay muchos niños que lloramos cuando nos cortan el pelo. Si, yo aún cuando veo caer mi cabello por la poda indiscriminada de mi particular peluquera, sufro.
¿Por qué este llanto?, desprendernos de algo que ha estado con nosotros tanto tiempo siempre es un duelo, pero existe una causa mayor que la del apego. El pelo, nuestro pelo, es una identidad creada, cercenar ese cabello indica que nuestra impronta va a cambiar, que debemos aceptar una metamorfosis de la cual no sabemos si vamos a estar preparados, así que si un niño llora cuando lo lleváis a la peluquería, no le digáis que va a estar más guapo, que va a cambiar a mejor (el ya se ve bien), decidle que su super yo necesita evolucionar, que cada corte de pelo es una transición obligada, que algún día, ese pelo dejara incluso de estar con nosotros, que cambiará a la vez que lo haga todo el cuerpo, que el pelo no somos nosotros, que es sólo un aderezo como la ropa, y que los cambios no son malos.
He tenido mi pelo salvaje, largo, corto, cresta, coleta, rizado, canoso, y en breve imagino que ya no estará, así que para las madres, padres, abuelos, abuelas, tutores, tutoras, peluqueros, peluqueras, va dirigido este post.
Espero que a alguien le haya servido.
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