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sábado, 10 de julio de 2010

H2O

La temperatura del agua superaba con creces los 40º, el chorro que salía de la pared adornada de enormes azulejos con volutas pintadas a mano, hacían de aquel Hamman un sitio encantador. La música árabe se fundía con el sonido armónico del agua que golpeaba, se deslizaba y salía y entraba de aquella sala por mil recovecos escondidos entre sombras. Llevaba algunos minutos recibiendo en su nuca el golpe de agua caliente que se deslizaba por las mejillas hacia su boca entreabierta. El placer era inmenso.
El agua, cada vez le extasiaba más, comenzaba a perder la conciencia, sus ojos entrecerrados, el aire caliente que inhalaba dilataba sus pulmones, el sonido, la presión del agua sobre su nuca, entreabrió sus ojos para comprobar como sus mejillas se deshacían y resbalaban por su boca hasta convertirse en agua, y a continuación, sin tiempo a pensar en lo que ocurría, todo su ser se fundió bajo aquel incesante chorro de caliente H2O.

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