La Polaca era una catalana que llegó a Cadiz en un barco gallego. Venía enrolada como cocinera y ganaba unas pesetillas extras manteniendo contenta a la marinería; pero se mareó tanto en alta mar, que en el primer puerto que arribaron asentó sus posaderas y ya nunca más volvió a embarcar.
La Polaca es una prostituta de la barriada, llegó siendo yo un niño y entre sus pechos aprendí el sentido de la vida. La polaca no era ni guapa ni fea, sus dos poderosas razones las tenía siempre por delante, y ante dos razones tan convincentes, no había varón que se resistiera. Así, sucumbieron a su talante, el farmaceutico, el capitán de la guardia civil , el Alcalde y hasta algún gobernador, aunque ella nunca me confirmó este último caso, ni los otros, que ella era muy discreta en lo referente a su profesión, pero esta ciudad es muy pequeña y a ciertas horas por ciertas calles o escaleras se va o se viene a lo mismo.
A mí me caía especialmente bien la polaca, teniendo yo veinte años y ella pasando los cuarenta, me acogía entre sus senos como criatura desvalida, yo creo que ella me adoptaba y me profesaba muchos cuidados, a veces, no solo no pagaba, sino que me daba dinero y siempre muy buenos consejos.
Actualmente me acuerdo mucho de ella, se llevo seis años en el asilo de ancianos, hace ya dos que desapareció, ahora no encuentro pechos donde refugiarme, las putas ya no se llaman putas, se llaman Lumis. Para quedar con una miras por Internet, ves sus servicios y tarifas, mandas un correo electrónico, quedas con ella y el servicio es despasteurizado, frio, sin esas charlas filosóficas, sin esa confianza de la costumbre.
Bueno, que conste que no es el tipo de relato que me gusta, los temas marginales me producen mal rollo, pero reconozco que está bien contado. Lo único que me parece que deberías cambiar el orden de los párrafos. En realidad, yo pondría el último de primero.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Teresa, oido cocina y rectificado.
ResponderEliminarson los avances de la tecnología jejeej
ResponderEliminarsaludos!
Ya te digo, si es que ya nada es como antes. Imagina como será en unas décadas, quizás las prostitutas ya sean hologramas al gusto, como en alguna película vi alguna vez, jeje
ResponderEliminarUn saludo
Aun queda para eso Sinuhé, y no creo yo que el personal esté dispuesto a disfrutar con un holograma... ¿o si?.
ResponderEliminarYa ves Neo, esto avanza que es una barbaridad, jajaja.
Pues nada Mad, ¡qué Dios tenga en su gloria a la apreciada Polaca! En el fondo, creo que la mujer se la ganó...
ResponderEliminarUn relato simpático y entretenido.
Saludos.
Maat
Es arrabalero y amargo; me gusta. Ah, y sin pan con aceite
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMago, no hago ascos a ningún tema si está bien escrito, a niiiinguno. Marginales, medievales, románticos, históricos, vampirescos, negros o grises, aiggg, las etiquetas. El tuyo lleva efluvios como de canción del Ovidi "La Pepa" o ramalazos de "Amarcord", aprendizajes juveniles entre dos sublimes y generosas tetas, la "Mater".
ResponderEliminarImaginaos ¿cómo serán los prostitutos de aquí unos años? al gusto etéreo no táctil, digo yo.
!Oh tempos, oh mores!
!Qué diver! polaca o polaco, sinónimo sandunguero de lo catalán, ves por dónde. A cada cual su tópico, !olé!
Es un honor representar, ni que sea por ser catalana, de alguna manera, remotamente, ese símbolo fecundo, límpido, honesto y tierno de la "polaca"
Magito, me retiro a mis aposentos, no sé si te has percatado.
Queda pendiente...ayyy: "fumando espero...el susodicho comentario a mi relato terrorrr" Hasta ahora !salves muchas!
Gracias Maat, y allí estará y sin querer ser irreverente....
ResponderEliminarLester, esos desayunos de café de pucherete y pan recien horneado con aceite en los prostíbulos nada tienen que ver con el garrafón y olor a desinfectante de estos tiempos...
Natalí no desespere que la paciencia es la madre de la ciencia.
Ok.
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