Silvia había cumplido ya los cincuenta, delgada, de tez morena y vestida siempre con aire informal, lucía un largo cabello negro veteado con mil canas plateadas que delataban su madurez. Independiente, no había sido capaz de mantener a nadie a su lado por largos periodos de tiempo, a excepción de su Nikon SLR, fiel compañera desde hacía más de 30 años.
Sentada en su butaca preferida, respaldada por miles de revistas y libros de fotografía que componían en casi exclusividad su biblioteca, repasaba un manual de fotos comprado en un mercadillo en una ciudad polaca perdida de cuyo nombre ni se acordaba.
Testigo de aquella escena, todos los diplomas, premios y agradecimientos que decoraban el resto de la habitación. Silvia había sido premiada en todo el planeta, ya que poseía la cualidad de fotografiar aquello que el ojo a simple vista era incapaz de captar. Esa capacidad era única y le había servido para ser la número uno en el mundo durante décadas.
De pronto se dio cuenta que llevaba largo rato contemplando una foto, era de una chica semi desnuda apoyada en una puerta toda raída, la imagen era de una belleza sin igual. Leyó el nombre de la autora y se quedó petrificada. Silvia G. 1980.
Esa foto era suya, era un autorretrato hecho al comienzo de su carrera, esbozó una sonrisa, repasó mentalmente toda una vida dedicada a su pasión y recordó cada momento, cada foto, cada olor y cada tacto...
Tres días más tarde todos los periódicos del mundo se hacían eco de la noticia de la defunción de Silvia G., de la extraña circunstancia de su muerte y de la sonrisa pétrea que mostraba su rostro sentada en aquella vieja hamaca.
Que escrito Mad! Quiero saber más! ¿Qué le pasó? ¿Se suicido? ¿Depresión? ¿Enfermedad?
ResponderEliminarMe encanta la fotografía, espero que algún día mi trabajo también recorra el mundo.
Un beso y buen día
Nada de eso "Quien Sabe...", cerró el círculo, se dió cuenta que lo había dado todo, que ya nada más podría hacer, estaba feliz, plena, podemos decir que de eso murió, de felicidad...
ResponderEliminarJorr, pobre. No se yo, pero creo que dedicar una vida en exclusividad a una sola cosa nunca es bueno para nada. Como buen aficionado a la fotografía que soy me ha encantado esta historia, jeje
ResponderEliminarUn abrazo¡¡
He propuesto un concurso de relatos en mi otro blog, te dejo el enlace por si te apetece participar.
http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2009/11/04/la-fiesta-de-orfeo-concurso-de-relatos/
Murió plena y satisfecha...por lo menos eso es más de lo que cualquiera desearía sentir a la hora en que se aproxime el final.
ResponderEliminarun abrazo!
Precioso tu relato Mad,
ResponderEliminarEntregó toda su vida a su pasión y cuando sintió que no tenía nada más que aportar se apagó, seguro que vivió toda su vida feliz pero me pregunto si en el último momento pensar que ya había dado todo lo que era capaz de dar, ¿no le causaría un vacío?, al fín y al cabo no era una persona mayor y aunque su vida fuese muy intensa no fué muy larga.
Un saludo de Mar
Os da que pensar....
ResponderEliminarGracias Sinuhe, leí las bases y quizás me anime, aunque las bases si que me dan terror, intentaré ajustarme a ellas... Gracias por pensar en mí.
Maguito, relato íntimo, estremecedor de una soledad querida y buscada a través del objetivo de una cámara, a veces mirar el mundo a través de un objetivo nikon, mata porque no se vive.
ResponderEliminarMuy bueno, Mago, te felicito, !ah! vuelta de Berlín te agradezco tus estimulantes comentarios a mis relatos, acabo de colgar el del SÁBADO con retraso, bsito cariñoso desde la nevada y triste Andorra (el desastre por desídia, prisas, materiales de tercera...¿quién paga? los de siempre)natalí
Estaba sentada en la hamaca o tumbada?
ResponderEliminarSilvia G (punto)
Magito, gracias por tus muy amables comentarios a mis relatos, desde luego me estimulas un ciento a seguir...
ResponderEliminarP.D: He dado cumplida respuesta al tema plátano frondoso caducifolio, orientalis, efectivamente,a él me refiero, no a la platanera, ver mi blog, gracias, bsito, natalí