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viernes, 26 de octubre de 2012

Muerte

Hoy no hace un años de nada que sea memorable, ni día especial por tal y cual cosa. Hoy es Sábado 8 de Septiembre, y para muchas personas será fecha para enmarcar, otros para olvidar y para muchos, un día más. Por eso, para la mayoría de insensatos que dejan pasar el tiempo y se les escurre como el agua entre los dedos, les dejo este microrelato. - Sus ojos vidriosos miraban al techo, inerte en la cama, no sentía ni padecía. A sus ochenta y cinco años, ya su cuerpo había dado todo lo que de él se esperaba. Trabajador incansable, siempre dispuesto a ayudar a los demás, había pasado su existencia entre cuatro paredes llenas de herramientas, oliendo las maderas y barnices y perfilando muebles. - Ahora en su lecho de muerte, repasaba mentalmente lo que había sido su vida, y aunque siempre había estado satisfecho con su trabajo, se arrepentía de no haber estado más con su familia, sentía los millones de pequeños momentos de felicidad no saboreados y abandonados por alguna causa insustancial que en ese momento parecía vital, y por desgracia para él, no lo era y por lo tanto se equivocaba. - Una punzada en el pecho le avisaba que su fin se acercaba raudo e inexorable. Cerró sus ojos y emitió un quejido. Nadie en la habitación lo entendió, nadie se percató de esas palabras no vocalizadas y emitidas en una exhalación de aire significaba algo. Nadie supo jamás que aquel hombre se arrepintió de su existencia y su última palabra no modulada fue para pedir perdón a sus amigos y familia.

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